lunes, 10 de junio de 2013

Nuestro modelo de Orgullo LGTBI: Un nuevo Orgullo para un nueva época


A modo de introducción

En la actual coyuntura de crisis terminal del sistema capitalista, la izquierda transformadora debe trabajar desde abajo en la conformación de un bloque sociopolítico alternativo y potente que rechace y combata el austericidio neoliberal; que impulse no sólo un cambio radical de políticas, sino la construcción de un sistema verdaderamente igualitario, justo y democrático a través de un nuevo proceso constituyente. En el marco de esta ambiciosa tarea las experiencias de convergencia y confluencia con el conjunto de los movimientos sociales toman un papel protagonista para articular la propuesta política y la movilización social, en definitiva, para construir la alternativa necesaria y urgente a la ortodoxia neoliberal.

La crisis sistémica ha traído consigo perversas consecuencias para las mayorías sociales, ya sobradamente conocidas: paro, precariedad laboral, pobreza, desahucios, privatización de servicios públicos básicos, recortes en políticas sociales... De esta forma, ha quedado demostrado que el bienestar, la justicia social y la igualdad son incompatibles con el régimen actual. El desarrollo del Estado social es una quimera irrealizable en el contexto del capitalismo en crisis, una crisis que es agravada y profundizada día a día por las recetas neoliberales que imponen las oligarquías nacionales y transnacionales: patronal, banca, gobiernos de grandes potencias europeas (como Alemania) y organismos financieros internacionales (BCE y FMI).

Sin lugar a dudas, la igualdad es hoy la gran sacrificada por este austericidio neoliberal. Las políticas de austeridad y ajuste duro del gobierno del Partido Popular y la Troika están colocando en el centro de la diana a los sectores sociales más débiles: mujeres, jóvenes, migrantes, pensionistas, personas dependientes, LGTBI... etc. Y estos colectivos especialmente vulnerables están pagando, con una constante mutilación de derechos y la degradación de sus condiciones de vida, una crisis que no causaron, mientras que los verdaderos culpables del colapso obtienen impunidad y refuerzan sus privilegios políticos, sociales y económicos.
La respuesta ante esta situación sólo puede encontrarse en la lucha en las calles, junto a las y los de abajo, en el reencuentro entre la izquierda política y los movimientos sociales. El objetivo último es claro: transformar la movilización en organización, la rebeldía en alternativa y la alternativa en poder, y para esta tarea no hay tiempo que perder.

Un debate amplio, de largo recorrido y a pie de calle

La situación del colectivo de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales en este contexto de crisis social, política, institucional, económica y cultural merece una atención específica. Gracias a décadas de lucha social y de incansable trabajo activista y militante, nuestro colectivo ha conquistado históricos avances en materia de igualdad. Sin embargo, estos importantes logros han incidido principalmente en la igualdad legal y formal (leyes como la del matrimonio igualitario y la de identidad de género), faltando todavía mucho camino por recorrer para conquistar la ansiada igualdad social y real. La despatologización de las identidades trans y de la intersexualidad, la lucha contra el acoso escolar y laboral LGTBIfóbico, la necesaria prevención del VIH/Sida y de las ITS, la visibilidad de nuestros mayores, el justo reconocimiento de nuestras represaliadas por el franquismo, la consecución de un Estado laico…, son algunos de los retos más importantes que tenemos encima de la mesa.

En esta difícil coyuntura es necesario, de forma prioritaria, defender y consolidar los derechos que hemos conquistado, y que siguen siendo combatidos hoy con ahínco por la derecha y la jerarquía eclesiástica, sin que ello nos incite a caer en actitudes conformistas ni autocomplacientes. Aunque las políticas actuales caminen en una dirección opuesta mostrando el ataque permanente a las conquistas de movimientos sociales como el feminista o el LGTBI, no debemos plegarnos ante el pragmatismo, sino continuar abanderando el empoderamiento, la rebeldía y la reivindicación.

Frente a la voracidad de la crisis capitalista, se vuelve imprescindible reimpulsar una lucha social amplia y sostenida. Y, en el caso del movimiento LGTBI, ello pasa necesariamente por repensar y fortalecer nuestra principal movilización en las calles, las manifestaciones anuales del orgullo y la liberación sexual y de género, con el objetivo de activar al mismo tiempo un nuevo ciclo de protestas de nuestro movimiento social.

Durante los últimos años diversas voces del propio movimiento LGTBI han planteado en no pocas ocasiones la necesidad de revisar el modelo de celebración y reivindicación que sostiene el actual Orgullo LGTBI, como principal movilización en defensa de las libertades afectivo-sexuales y de género. Esta necesidad de reflexión ha sido también compartida por la izquierda alternativa y transformadora, partidaria siempre de reforzar la carga política y reivindicativa de esta manifestación y hacerla así más potente, transgresora y combativa.

Por esta razón, el Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual (ALEAS) de Izquierda Unida, como parte integrante del movimiento LGTBI, ha desarrollado un amplio y profundo debate sobre el actual modelo de Orgullo LGTBI implantado a nivel estatal y también en las comunidades autónomas y las posibles aportaciones y alternativas al respecto. El principal objetivo de este proceso de debate ha sido claro desde el principio: proponer y construir, junto a la izquierda política y los movimientos sociales, un nuevo modelo de Orgullo LGTBI para un nuevo tiempo.

Dicho proceso ha sido desarrollado a pie de calle, de abajo a arriba, en los niveles municipal, autonómico y estatal, junto al diverso tejido asociativo LGTBI, la militancia de la izquierda transformadora y otros movimientos sociales y populares emancipadores (feminista, sindicalista...). Las claves del proceso han sido el compromiso militante, la participación activa, el debate de ideas y propuestas, la reflexión crítica y el encuentro. Y el resultado es el que se encuentra a continuación, donde se recoge una posición propositiva que no pretende ser maximalista ni excluyente, sino tan sólo una aportación más, desde la izquierda y los movimientos sociales, a la necesaria reformulación de la movilización más masiva del movimiento LGTBI en un contexto de innegable cambio de época.

¿Qué es para nosotras el Orgullo LGTBI?

El Orgullo LGTBI en el Estado español debe entenderse hoy sin renunciar a sus antecedentes históricos más inmediatos, como las manifestaciones ilegalizadas durante el Franquismo y la Transición, y considerando en todo momento las transformaciones que derivadas del nuevo tiempo político, social y cultural que vivimos.

Con todo, el Orgullo LGTBI es una manifestación política, como política es nuestra histórica lucha por la igualdad y la diversidad y por el reconocimiento de nuestros derechos. Política es conflicto, y nuestra lucha es un verdadero conflicto contra un sistema heteropatriarcal que todavía nos discrimina, estigmatiza, invisibiliza y precariza en numerosos ámbitos y facetas de nuestras vidas. Por tanto, es una manifestación política, nunca un desfile ni una cabalgata, pero una movilización que no renuncia a ser festiva. Por ello, defendemos una fiesta popular y vecinal, no mercantilizada ni privatizada, imbuida de carga política, que celebre la diversidad afectivo-sexual y de género alejada de intereses particulares y empresariales que puedan desvirtuar su espíritu y su razón de ser.

Para nosotras el Orgullo LGTBI es una movilización social y política, de activistas y militantes, de la ciudadanía en general, no de clientes ni consumidores. Una manifestación en la que se defiende la igualdad real y efectiva del colectivo LGTBI, una igualdad que nos permita vivir nuestros cuerpos, nuestra orientación sexual e identidad de género y nuestro estado serológico con libertad y ser ciudadanía con plenos derechos reconocidos (políticos, sociales y económicos), no meras consumidoras de un determinado y rentable nicho de mercado que se esfuerza en explotar cierto empresariado “rosa”.

Es una convocatoria de los movimientos sociales, en especial del movimiento LGTBI, no de empresas que pretenden negociar con una identidad, una estética o una forma de vida que el sistema reserva intencionadamente al colectivo LGTBI, reforzando así toda una serie de manidos estereotipos. Se trata de una convocatoria de encuentro y confluencia de nuestra propia lucha con otras luchas emancipatorias, con otros movimientos sociales y populares y organizaciones políticas cómplices, comprometidas firmemente con la causa de la igualdad y la diversidad.

Es una jornada pública dedicada principalmente a la reivindicación y a la protesta, un día para la visibilidad social de las diversas realidades y demandas del propio colectivo LGTBI y para la denuncia firme de la desigualdad y la discriminación. No es una jornada para la publicidad comercial, interesada en esconder el conflicto político y las propuestas de los movimientos sociales críticos con este sistema en descomposición, ni para el entretenimiento lúdico desligado de todo compromiso social y reivindicación política.

¿Qué modelo concreto de Orgullo LGTBI defendemos?

Nosotras, desde la izquierda transformadora y los movimientos sociales, creemos en un Orgullo LGTBI organizado exclusivamente por el tejido asociativo LGTBI, a través de coordinadoras o asambleas y apoyado por otras organizaciones políticas, sociales y sindicales plenamente comprometidas con los valores y las reivindicaciones de nuestra lucha. Este modelo de convocatoria puede encontrar un buen ejemplo a seguir en el que utiliza desde hace décadas el movimiento feminista para organizar y preparar las movilizaciones del 8 de marzo.

Queremos un Orgullo que priorice la necesaria alianza y la sinergia con otras luchas emancipatorias, especialmente con movimientos como el feminista, el sindical, el vecinal, el migrante y el laicista. Rechazamos con firmeza la idea de que las empresas puedan influir de una u otra manera en la convocatoria de una movilización política y social y de sus fiestas populares y vecinales arrebatando protagonismo a las activistas sociales e imponiendo sus intereses particulares y dinámicas mercantilistas.

Defendemos la autofinanciación de la movilización del Orgullo LGTBI a través de aportaciones económicas de los propios movimientos sociales y organizaciones convocantes y de colectas populares y solidarias realizadas para tal fin. En caso de ser necesaria, proponemos la utilización de ayudas públicas para financiar el Orgullo LGTBI, pero nos mostramos contrarias a que el Orgullo sea financiado con subvenciones procedentes de empresas y/o partidos que puedan limitar la autonomía y la independencia del movimiento.

Apostamos por un Orgullo LGTBI profundamente reivindicativo y combativo, sin renunciar al componente lúdico y festivo. Proponemos una manifestación política, alegre y festiva, centrada en la reivindicación; una movilización politizada, alejada de partidismos, que destierre así posibles usos electoralistas de nuestra lucha. Pero, también una manifestación no mercantilizada ni instrumentalizada por intereses empresariales o corporativos, porque creemos firmemente que nuestros derechos no son una moneda de cambio ni un negocio lucrativo.

Defendemos que el Orgullo LGTBI posea un marcado carácter social, popular, democrático, anticapitalista, solidario, participativo, incluyente y descentralizado, en el que se fomente ante todo la participación de la ciudadanía y de los movimientos sociales y se haga un esfuerzo notable por visibilizar todas las realidades de la diversidad sexual y de género, sin exclusiones, partiendo de enfoques transversales e interseccionales. Especialmente denunciamos la exaltación de los cánones de belleza heteropatriarcales y capitalistas que invisibilizan la diversidad de nuestros cuerpos reforzando, en muchos casos, la endodiscriminación.

Queremos un Orgullo LGTBI rebelde e inconformista, que no tolere ninguna forma de discriminación y evite los pulsos normalizadores y el conformismo o la autocomplacencia, un Orgullo donde no se permita ninguna muestra de machismo, racismo, LGTBIfobia, plumofobia, ni actitud contraria a los derechos humanos por parte de sus organizadores, participantes o artistas invitados, un Orgullo que celebre los avances conseguidos, considerándolos un punto de partida, y nunca una meta, para seguir luchando y alcanzar la perseguida igualdad real.

Somos partidarias de un Orgullo LGTBI seguro, limpio y sostenible, un Orgullo comprometido con el respeto al medio ambiente y contra la contaminación, también acústica, que puede producirse a raíz de las grandes concentraciones humanas. Por esta razón, proponemos el diseño y desarrollo de campañas de sensibilización contra la contaminación, así como de planes para potenciar el uso del transporte público en colaboración con las instituciones. También defendemos un modelo de Orgullo seguro, donde la protección de la ciudadanía movilizada esté garantizada por las necesarias medidas de seguridad y una responsable y correcta actuación de los servicios de emergencia.

Por último, proponemos un Orgullo LGTBI en el cual tome un protagonismo principal la comunicación transparente y eficaz de las reivindicaciones del movimiento LGTBI, aprovechando esta gran movilización por la igualdad y la diversidad. En este sentido creemos necesario mejorar el trabajo de comunicación cara al Orgullo y reforzar especialmente la labor de pedagogía y sensibilización ante los medios de comunicación de masas, los cuales contribuyen en numerosas ocasiones a reforzar estereotipos y clichés en torno a la diversidad afectivo-sexual y de género.
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